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canastera de versos, alma de mujer... deseo tener las alas de la poesía. Espero de ti amigo lector, me sigas por este mundo mágico de la palabra. Aquí mis sueños, aquí mis desvaríos desde la cordura y la locura de ese alma que pretende no serte ajena. Espalda de papel. A flor de agua. Con el alma en pie. Blog© 2008

Eraposivé: el origen.

Según la profunda investigación llevada a cabo por Doña Carmen García Surrallés, Catedrática de lengua y Literatura Española en La Escuela Normal de Magisterio "Josefina Pascual" de Cádiz, el origen del término "Eraposivé", es genuinamente local.

Doña Carmen refiere, que posiblemente "eraposivé" sea en compendio, la abreviación y unificación de las palabras "érase pues una vez". La Catedrática vincula y ubica dicha palabra solo y exclusivamente en la tradición del cuento oral de la capital gaditana, aunque señala que la entrada "eraposivé", puede haber sido utilizada en la narración oral de cuentos en municipios como el de San Fernando o Puerto Real por cercanía o pertenencia a la Bahía de Cádiz.

Dicho esto, tan solo habría que señalar que hasta la fecha, según relata Doña Carmen Surrallés a mi persona, tan solo han sido encontrados dos cuentos "escritos" que comenzasen por "Eraposivé", del resto se han encargado las voces de las madres, abuelas y tatarabuelas... gaditanas para deleite de los que tuvimos el placer de escuchar un cuento con tan sugerente palabra de entrada.

Una servidora se ha propuesto junto con Desiré Ortega, rescatar del olvido el gaditano "eraposivé" para mayor gloria y honor de nuestro habla.

Así pues prepárense amigos lectores porque, Eraposivé...


Rosario Sánchez Cubelo.


sábado, 15 de marzo de 2014

El Encantamiento De La Bruja Brújula





Ilustración Rocío Martínez Del Amor. ( mi alumna)



Eraposivé, una brujita llamada Brújula que vivía en una casa en medio del bosque. La casa no era la típica de una hechicera, pues no estaba destartalada ni desvencijada. Las puertas no crujían,  no se esquinaban telarañas sobre los dinteles de las ventanas, y la chimenea expelía un humo blanco como aliento de ángel. La casa de Brújula, poseía además un jardín hermoso donde crecían flores mágicas y poéticas.

Pese a todo, los lugareños evitaban pasar por allí, pues eran bien conocidos el mal genio y los feos modales de Brújula; además, corría de boca en boca, año tras año, una leyenda que aseguraba, que todo aquel que por algún motivo fuese capaz de hacer reír a Brújula, caería de inmediato bajo un hechizo, quedando convertido en gato.


Un día, seis niñas se habían ido a jugar cerca de la casa de la bruja. El alboroto de las chiquillas llegó hasta los oídos de la anciana, que contagiada por tanta alegría a su alrededor, comenzó a reír. En cuanto el eco de la risa de la bruja resonó en el aire, las  niñas quedaron transformadas en gatitas. Cada noche desde entonces, subidas sobre seis de los siete  tocones que había en el jardín, las gatitas maullaba a la luna su tristeza.




En Brújula era habitual  la preparación de pócimas y ungüentos. Para ello guardaba en su alacena decenas de tarros, conteniendo entre otras, toda clase de repugnantes sustancias

Desde que las niñas quedaron convertidas en gatas, las horas que Brújula pasaba cociendo sus brebajes se habían incrementado notablemente, ya que quería encontrar la disolución que ingerida por las mininas, devolviese a las pequeñas su aspecto habitual. Como estaréis comprendiendo, Brújula, no era tan mala como la pintaban.


Sobre una mesa de roble hervía un gran caldero y junto a él, abierto sobre un atril, se encontraba el libro “Sobre conjuros gatunos y otros encantamientos”, (cuya principal fórmula contenía siete ingredientes) libro que por cierto, pocas veces era consultado por Brújula que confiaba más en sus propias dotes brujeriles.

Atareada y gruñendo como siempre, Brújula iba añadiendo al  hervor los ingredientes adecuados.

- Siete colmillos de león y siete caracolas bien machacadas.
- Siete pares de ojos de sapo.
- La cola macerada de siete lagartijas.
- Un mechón de pelo negro y siete cabellos cobrizos.
- Siete gotas de sudor de caballero.(optativo).
- Siete cl de espuma de mar.
- ¿?


 Mientras removía sin parar el caldero con su gran palo de abedul, Brújula exclamaba:

 _Agua burbuja, ¡ atiende a la bruja!
 Palo de tronco, ¡ remueve pronto!
 Todo lo que aquí se mete, ¡ multiplicad por siete!
 Abras y Cadabras, Carandín y Carandón. Sigo removiendo que las vente son.
Gigante Fierabrás, prueba de mi sopa que cocida está.
 ¡Ya!_


Brújula dio por terminada su faena culinaria. Estaba satisfecha por la densidad que había adquirido su caldo. El aroma que despedía en esta ocasión no era nada pestilente. Al llegar la noche, nuevamente se lo daría a lamer a las gatas a ver si así de una vez por todas,  a ver si esta vez…Pero como era una bruja amargada siempre había algo que no la convencía del todo._ ¡Rayos y centellas! vociferaba. ¡Mierda de vaca! Tengo la impresión de haberme olvidado algo.



En esas andaba Brújula cuando escuchó el relincho de un caballo y el sonido contundente de algo al caer sobre el estanque cercano. Sigilosamente descorrió las cortinas de la ventana de su cocina y observó, cómo un joven hacía un enorme esfuerzo para lograr salir de las aguas del estanque tirando de su caballo.

_¡Será estúpido! ¿Cómo habrá ido a parar al estanque? ¿Es qué acaso ese cursi vestido de príncipe está ciego? exclamó Brújula en voz alta mientras se comenzaba a desesperar ante la torpeza del joven.
_Tendré que ayudar a ese mequetrefe o no se irá en todo el día.

Brújula se dirigió hacia el muchacho. Cuando lo vio de cerca, mujer que era al fin y al cabo, apreció la belleza y la galanura del joven, aunque ello no le quito la idea de que estaba ante un sujeto muy torpe, tremendamente torpe.

_¡Hala! deja que te ayude. le dijo. Y agarrando las riendas del caballo empezó a tirar con todas sus fuerzas, que dicho sea de paso, no eran pocas.



El joven estaba impactado ante la fealdad de aquella mujer y ante la manera descarada en que le ofrecía ayuda. Ni siquiera se había dignado a saludarlo, presentarse, o a preguntarle por su estado; tan sólo una cosa hermosa apreció en ella: el fresco olor a hierbas que se desprendía de su cuerpo.

 _¡Anda sígueme! Encontrarás mudas en mi casa, no creo que te haga ninguna gracia aparecer con esa guisa en el poblado. Se reirían de ti, los muy cretinos ignorantes.

El joven, intimidado por la voz de la mujer mandona que estaba delante de él, la siguió sin rechistar.
Una vez dentro de la casa y con las gatas reliadas entre sus piernas, la bruja Brújula, ofreció al muchacho que subiese al desván y que por allí rebuscase algo de ropa, mientras, ella pondría a secar a las del aprendiz de jinete. El joven así lo hizo.

El remojado muchacho se retrasaba. Ya estaba la bruja a punto de gritarle un improperio cuando un carraspeo se escuchó a los pies de la escalera; en ese momento Brújula se giró y encontró al joven vestido con ropas de mujer, la única que había encontrado en el desván. Instintivamente la brujita se llevó la mano a la boca para reprimir su risa, pero esta fue inevitable. Brújula soltó una gran carcajada al mismo tiempo que veía, como el bello muchacho se transformaba poco a poco en un precioso gato azul.

_¡Oh, pobrecito! exclamó Brújula llena de dolor. ¡Siete! Ya son siete los seres inocentes que por culpa de mi encantamiento han dejado de ser personas y condenados a vivir en esta hermosa forma animal. Su dolor aumentó cuando vio al gato azul dirigirse al séptimo tronco, desde el que nunca antes, nadie había maullado a la luna.





Brújula se acercó al gato azul. Con su grave voz le pidió perdón y comenzó a llorar. Entonces, de repente, como por ensalmo, recordó qué era lo que había olvidado añadir a su caldo: ¡ Lágrimas de bruja!
La esperanza se abrió ante ella. Corrió desesperada a consultar el libro "Sobre conjuros gatunos y otros encantamientos", en él encontró escrito bien claro que un séptimo ingrediente, precisamente el que ella siempre olvidaba, era "siete lágrimas de bruja arrepentida". Brújula colocó su rostro sobre el  caldero y dejó que siete de sus lágrimas se vertiesen dentro.



A la mañana siguiente colocó siete cuencos, sobre los siete tocones, de los que en su día fueron siete centenarios árboles,  y se los dio a beber a los siete gatos.



Cuenta una nueva leyenda que al poco tiempo, un arriero que se dirigía hacia la aldea, vio de lejos cómo la casa de Brújula estaba ocupada por una bella pareja y seis niñas alegres y juguetonas que un día hicieron reír a Brújula cuando tuvieron la osadía de acercarse a su casa.

Y es que lo que de la antigua leyenda no se sabía era, que si algún día la bruja Brújula lograba hacerse con la poción que devolvía su forma humana a los seres por culpa de su risa hechizados, ella misma también se desprendería del encantamiento al que fue sometida y retornaría a su cuerpo de joven dama hermosísima.




Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.





domingo, 9 de marzo de 2014

La Estrella Fugaz



La primera  vez que vi una estrella fugaz fue el día de mi sexto cumpleaños. Mi padre y yo realizábamos uno de nuestros habituales paseos por la orilla del mar, aquellos que él aprovechaba para hablarme sobre los astros que pueblan el universo.

-Mira hija. me dijo señalando el firmamento. Aquel punto que brilla más intensamente que los demás, no es una estrella, es Júpiter. En ese momento, mientras mis ojos y mi imaginación se posaban sobre el lejano planeta, una estela de luz cruzó rauda el añil con que se había teñido el anochecer; la visión fue de apenas un instante, pero ante mí, que era una niña, el tiempo se dilató. Recordé entonces cómo mi padre me había contado que mamá estaba en el cielo, y que de vez en cuando, salía a pasear con nosotros contemplándonos desde lo alto.

-¡Es mamá! ¡Es mamá! grité con todas mis fuerzas. Mi padre me tomó en brazos y apretando su mejilla contra la mía, me susurró: - Sí mi niña, esa luz ha sido mamá que vestida de estrella, para que tú la veas bien bonita, viene a concederte lo que le pidas.

Desde aquel día, mi mirada está más pendiente de los cielos que de la tierra que pisa. Con cada estrella fugaz, un deseo, un beso, un : !te quiero mami!